
Gracias a la melodía de eslabones contra vírgenes doradas que siempre anticipan tu presencia, aún sin tu presencia.
A tú sonrisa analgésica,
a tu caricia fragante,
a tu palabra justa.
A la entrega, el valor, la vida.
Gracias a tu mensaje certero capaz de mitigar penas y ensalzar primaveras, aún no siendo primavera.
A tu cobijo balsámico,
a tu generosidad paliativa,
a tu olor que es solo tuyo.
Al consuelo, la calma, el silencio.
Gracias a la enfermera, la maestra, la amiga, el ejemplo la confidente, la aliada, la compañera, y a todo eso que eres tú, aún siendo solo madre.
A mi madre, a todas las madres.