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Desde hace veintisiete noches en
casa siento presencias. Suben y bajan escaleras, abren y cierran puertas. Oigo
niños que a veces ríen y que siempre lloran. Oigo voces cercanas, voces
extrañas, creo oír a mi madre. Por las noches, en el baño oigo grifos
desangrándose y golpes de puerta. En la cama, me sumerjo en el océano cálido de
mantas desordenadas y desde esas profundidades escucho murmullos adultos.
Luego, una mano ajena siempre me destapa, es entonces cuando el pánico me hace
ovillo y con los ojos cegados intento recordar el rezó que olvidé.
Esta mañana el autobús ha vuelto a pasar de largo, hacen veintisiete días que no me espera.
10 comentarios:
Tu tas mirao al espejo?......
Muerto me he quedado... Tú, tan dada a la jindama, nos suletas una de terror. Menos mal que yo no soy cagón, además duermo con un pistolón a pie de almohada que espanta hasta a los fantasmas... susurros a mí. Me encanta el relato amiguita.
Se me entrelazan la ternura y la pena a la misma vez con tu relato, Carmen. Como cuando te lo oí en clase, se me vuelven a poner los vellos como escarpias.
Tratándose de ti, lo último que pensaría es que estás muerta... deberías haber contado con eso :)
Tus relatos son una delicia, como la leche condensada.
Besos, amiga, desde el ocaso.
Me encanta Carmen, enhorabuena. Este es el texto del cuadernillo????
Tienes tu propio estilo, y nos encanta leerte y reconocerlo. Ya mismito estoy deseando escucharte.
Besotes!!!!
Es tan bueno como tu estilo. Siempre enseñando mucho con tan poco. No cambies y sigue intentando.
Dios mio, estas viva??????????????????
Tus relatos me llevan a su origen. Me gustó. Felicidades.
Me gusta tu blog! :)
Amiguita, el final es lo mejor, de algo muy bueno. Esta noche mi mujer tendrá pesadillas por tu culpita, y no podré dormir tranquilo.
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