miércoles, 29 de agosto de 2012

En Defensa de la Q.

 
 
                Mala suerte tuvo la pobre de haber nacido unida a una U.  El apéndice no fue carga cuando la escritura a mano la ataviaba con ribetes de tinta. Luego, aún cuando ya no se hacía croché con las letras, ella fue la más completa del alfabeto,  la señora escoltada, la letra almidonada.

 
                  Pero llegó el fatídico día de las amputaciones, de las prisas y de las faltas de espacio, y una letra con mochila ya era mucho bulto para un tren de pasajeros desnudos. Quizás la solución hubiese sido concretarla librándola de su carga. ¿quizás la “q” a secas no ocupaba el mismo espacio que una letra autónoma?. Pero lejos de la disección, la solución fue suplantarla por la extraña y olvidada “k”.
                   Fonéticamente la K a Q viene a ser como el tocino a las matemáticas, aún así, nuestro libertinaje ortográfico nos ha permitido  la licencia. Tanto se ha extendido esta malformación, que ahora, que volvemos  a tener espacio y tiempo,  no hemos vuelto a recuperar a la señora del alfabeto.  
                   Cierto es que es muy limitada y que sólo se habla con la vocales de en medio, pero hay ciertas palabras que son infinitamente más redondas si se escriben con la q.
Alegato en defensa de la q.
Queremos que vuelva la quisquillosa, quebradiza y querida Q.