viernes, 25 de septiembre de 2009

Locura Voluntaria

“Verá usted, señoría, dos veces en semana, mi esposo se da una vuelta en nuestro globo aerostático, yo le ayudo a elevarse y él decide la dirección. Ayer le vi conducirse hacía el norte, dicen que la vendimia este año se ha adelantado meses, por eso del cambio climático, y supuse que fue a comprobarlo. Lo cierto es que no volvió, y a estas horas no sé nada de él.”

Cuando terminé de argumentarme hacía rato que se había dejado de oír el sonido del teclado, y mi abogado me observaba con desconcierto.

“¿Es que has olvidado el motivo de este litigio?”- me preguntó.

Entonces el juez me releyó con poco agrado la denuncia por intento de asesinato interpuesta por mi marido, que sorprendido me miraba desde el otro banco.

"Dicen que este invierno va a ser seco”, apunté serena con la vista en el jurado. Tenía que seguir intentándolo.

martes, 8 de septiembre de 2009

Decisiones Irreversibles

Tantos días madurando la idea no me sirvieron de nada, cuando llegó el momento no fui capaz de hacerlo. La calle estaba despoblada y no llovía, y en la casa convenida, la puerta cerrada y el trasiego de un desayuno demasiado tempranero exhalaba chorros de calidez por la ventana de la cocina. Ni en mis mejores supuestos había contado con unas condiciones tan idóneas, sin embargo, inexplicablemente mis pasos me alejaron en la dirección contraria, y pasé de largo con la velocidad del descubierto.
Luego en mi barraca las necesidades me devolvieron el miedo y el llanto, y el trasiego de ratas hizo que maldijera mi cobardía, por eso al otro día muy de mañana volví, de nuevo la puerta estaba cerrada y el café silbando en la cocina. Subí los tres escalones, casi sin poner los pies en el suelo, mirando a mi alrededor con destreza de felino. Cuando llegué a la puerta desentumecí mis dedos, y a la vez que dejaba la cesta sobre el felpudo, pulsé el timbre un par de veces y seguí caminando como lo haría cualquier transeúnte un día cualquiera. Pasos después la oí llorar, con ese llanto que podría reconocer entre millones, pero ya era demasiado tarde para consolarla.