miércoles, 7 de abril de 2010

Un agradecimiento


Gracias a la melodía de eslabones contra vírgenes doradas que siempre anticipan tu presencia, aún sin tu presencia.

A tú sonrisa analgésica,

a tu caricia fragante,

a tu palabra justa.


A la entrega, el valor, la vida.



Gracias a tu mensaje certero capaz de mitigar penas y ensalzar primaveras, aún no siendo primavera.


A tu cobijo balsámico,

a tu generosidad paliativa,

a tu olor que es solo tuyo.


Al consuelo, la calma, el silencio.


Gracias a la enfermera, la maestra, la amiga, el ejemplo la confidente, la aliada, la compañera, y a todo eso que eres tú, aún siendo solo madre.


A mi madre, a todas las madres.