domingo, 12 de julio de 2009

Querer perdonar

Abrió la puerta y se volvió reclamando el abrazo que a mí no me apetecía darle, pero entonces recordé las sabias palabras de mi madre que siempre me decía; “niña, no hay mayor venganza que el perdón”, y sumando toda la hipocresía que aprendí en la calle, le di dos besos de refilón y lo abracé mirando a un sitio cualquiera. Bajó los siete escalones como si los estuviese contando, y cruzó la calle más encorvado que animal bajo un chaparrón de piedras, pero no me dio pena. Quise llorar, sentir vacío, tener necesidad, arrepentirme, pero no derramé ni una lágrima por más que obligué a mis ojos, ni acudió a mí ni un solo gramo de tristeza.
Cinco días más tarde volvió, con barba de cinco días. "No tengo a dónde ir, hija", me dijo, como si yo no lo supiera.
Y de nuevo callé mis recuerdos, obvié mi niñez rota, mi pies desnudos, mi mano tendida, las suyas en mi cuerpo, el frío y el miedo y pensando que mi madre donde estuviese me lo agradecería, le dejé pasar.

13 comentarios:

genialsiempre dijo...

Despiadada, pero con un ewnorme corazón....que bonito y que bien escrito.

José María

Unknown dijo...

Qué difícil es perdonar de verdad cuando de verdad te han hecho daño...
un gran reto esto del perdón..
besos

Pedro Estudillo dijo...

Magnífico relato, Carmen. Cuántas cosas se podrían aprender de él.

Un beso.

Tomasson dijo...

"el perdón", qué fácil decirlo y que dramático el concederlo sin sentimientos.

María Dolores dijo...

Vaya Carmen que relato más preciosísimo, curiosamente conozco muy de cerca una situación parecida en la que no hay ni intención de perdón y eso de que perdonar tal vez sea la mejor de las venganzas puede que incluso sea verdad, nunca lo había pensado.
Además lo acoges, no lo matas ni emparedas, eso es que te sienta bien el verano.

Felicidades guapa y aunque me repita: ¡¡¡¡¡Preciosísimo!!

Dani7 dijo...

Sigues hilando muy fino.
Ojala no hubiera nunca motivos para tener que conceder perdón.

el piano huérfano dijo...

no hay que perdonar para vengar pero cierto es que a veces pagar el mal con el bien hace que la otra persona sufra más, otras no esta en nuestra manos ajustas cuentas deja todo en manos de Dios o el universo, nos supera juzgar a la gente

yo pase por igual y lo describes muy bien

te abrazo

el piano huérfano dijo...

El perdon te hace crecer...INTENTA

magnifico relato

DEMOFILA dijo...

¡Que bonito!, pero que triste, hay recuerdos de la infancia que no se olvidan nunca, están como grabados en nuestro corazón, el daño deja una herida, y la herida parece que no cicatriza nunca.
Una entrada muy emotiva, y enternecedora, por una madre se hace todo.
Un Beso, llevo tiempo si visitarte, vengo de genialsiempre.
Hasta pronto.

Equilibrista dijo...

durísimo y emotivo retrato de las relaciones padre-hijos

“niña, no hay mayor venganza que el perdón”

uf...

niña, te sigues superando en la disciplina del microrrelato cada día más...

un beso

Rafael Merino Isunza dijo...

Vaya tema ese del padre, será que en el aire hay algo que en estas fechas nos haga pensarlos...

El vecino de enfrente dijo...

Como recién incorporado, te diré que tus relatos me están gustando mucho. En este caso veo más indiferencia que perdón. Al nacer, llegamos hipotecados por los lazos de sangre, que la educación y la religión se encargan de reconducirlos hacia la resignación tolerante en determinadas situaciones familiares. Excelente relato en tan corto espacio.

Raquelilla dijo...

Los besos de Judas hieren más hondo que las puñaladas de Excalibur, pero personalmente yo no lo dejaría pasar, que se quede afuera con mil puñetas, jijiji.