Lo que más irrita a los tiranos es la imposibilidad de poner grilletes al pensamiento.
sábado, 23 de julio de 2011
Mis queridas Matrioskas.
Mi vecina Lola tenía una matrioska de cinco piezas, o seis. Las tenía encima del televisor, cuando los televisores no estaban a régimen, perfectamente alineadas de mayor a menor. A mí me maravillaban aquellas muñequitas preñadas, y siempre entraba en ca´Lola con la esperanza de que me las dejara. Alguna vez mis súplicas secretas eran oídas, supongo que porque no hay nada más minador de ánimos que una niña con todo el tiempo del mundo. Ese día, bajo la promesa de no romperlas, me las ponía en la falda y las iba componiendo hasta que sólo me quedaba una, luego las deshacía, y vuelta a montarlas. Otras veces les giraba la cabeza dejándoselas en la espalda, por ver cómo quedaban. Otras metía la más pequeñita en la más grande por ver cuánto de vientre le sobraba. También a veces se encasquillaban y chirriaba la madera...todavía recuerdo aquel sonido y el miedo que me daba pensar que las rompía. Y después de un rato jugando con ellas, vuelta a su hogar televisivo, y yo al mío. Entonces me volvía a casa agradecida, y preguntándome si no habría en la matrioska más chica, otra más chica...
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12 comentarios:
Bueno, pues si además de divertirte de pequeña sirven para que vuelvas a escribir, !benditas sean!
Se te echa de menos por estos sitios, deberías de pasar mas a menudo, tus relatos son buenísimos.
Un abrazo amiga
Y otra más chica, y otra más chica... como un fractal... También me fascinan las matrioshkas no sé por qué. Me ha gustado que me lo recuerdes :)
Ni que decir tiene que incluso después de saciar toda la curiosidad, surge otra pregunta...
La duda, como la búsqueda, son siempre inevitables para el buscador.
Besos paisana, desde el ocaso.
Claro dentro de la más chica había otra, invisible, sutil como el aire y leve como la inspiración que se ha reservado hasta verse escrita y viva en uno de sus textos.
Besos
Son preciosas, yo tengo unos dedales con caritas de matrioskas y son hermosos.
Un abrazo.
Siempre me han fascinado. Tienen un misterio, es como el concepto de círculo: nunca, nunca acaban. Son obsesivas, insistentes, interminables, como el bolero de Rabel.
Un abrazo, dentro de otro... y de otro.
Son hermosas, yo tengo dos dedales de madera con caritas de Matrioskas pintadas, preciosas.
un beso
Hermoso blog, un saludo!
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La curiosidad de los niños es muy grande, por eso te harías esas preguntas, como todos los peques.
Bonito relato como siempre, y más siendo una vivencia tuya.
Gracías por compartir.
Besos
En casa de mi prima había unas, nunca las pedí, pero siempre quise tomarlas.
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